domingo, 26 de agosto de 2007

INTERNACIONALES: Venezuela. Llamado internacionalista

La tarea de la izquierda ante el proyecto de Chávez
Por: Fracción Trotskista - Cuarta Internacional
Jueves 8 de marzo de 2007
Llamado de la Fracción Trotskista-Cuarta Internacional a la Liga Internacional de Trabajadores (LIT), cuya principal organización es el PSTU de Brasil, a la Coordinadora por la Reconstrucción de la Cuarta Internacional (CRCI), encabezada por el Partido Obrero de Argentina, y al Partido Obrero Revolucionario (POR) de Bolivia, a una campaña unificada por la nacionalización sin indemnización y bajo control y gestión obrera de todas las empresas e industrias estratégicas de Venezuela; a luchar por un partido obrero independiente, y por un gobierno obrero, campesino y del pueblo pobre en el país. Partimos de que, así como estuvimos junto a los millones de trabajadores y el pueblo en Venezuela para hacerle frente al golpe de abril y del paro-sabotaje de la reacción interna y del imperialismo, nuestras organizaciones internacionales sostienen hoy una política independiente frente al chavismo, constituyendo bases reales para una campaña conjunta.

El presidente venezolano, Hugo Chávez viene anunciando diversas "nacionalizaciones" en algunos sectores estratégicos del país. La relativa buena situación económica y la alta renta petrolera, en el marco de la crisis de hegemonía norteamericana, dan margen para el surgimiento de gobiernos como el de Chávez que, con una fuerte retórica antinorteamericana, busca márgenes para el regateo de una parte de los recursos exportables de los países, sin cuestionar las bases estructurales de la dominación imperialista. Si bien el imperialismo norteamericano, con Bush a la cabeza, en su inicio hizo llamados de alerta frente a las nuevas medidas anunciadas por el gobierno venezolano, llama la atención que hasta sectores de organismos financieros internacionales e incluso aquellos que alentaron el golpe de abril de 2002 y el paro-sabotaje petrolero vienen manifestando que las "nacionalizaciones se hicieron bien y por tanto no tienen por qué generar desconfianza entre los inversores", tal como lo hizo recientemente el secretario general del BID, Enrique Iglesias. Los dueños transnacionales de las empresas sometidas ahora al control del Estado quedaron complacidos con la compra accionaria, ya que las operaciones se han hecho "de acuerdo con las cláusulas contractuales y con la justa compensación" y en las que "las empresas que aceptaron este proceso quedaron comprometidas con contratos con el gobierno para seguir prestando un servicio". Pero en su contracara y mostrando una nueva dinámica ha surgido un sector importante de trabajadores, como lo expresó la marcha de 6 mil obreros y obreras del 8 de febrero en Caracas, planteando la lucha por "la nacionalización sin indemnización de las empresas estratégicas y bajo control obrero". El ejemplo del control obrero de la producción en la fábrica Sanitarios Maracay se abrió paso en las calles de Caracas: desde hace tres meses sus 800 trabajadores la mantienen produciendo bajo su propia gestión, exigiendo la estatización sin pago alguno. Estos hechos plantean que es posible que sectores avanzados del movimiento obrero puedan intervenir con un programa propio y de forma independiente del gobierno. Mientras Chávez muestra el verdadero rostro de su solemne discurso, disponiéndose a pagar a precio del valor de mercado las acciones, tal como se cotizan en la Bolsa de valores de Caracas y Nueva York, incluso sobrepasando el valor real de los activos de las mismas, surge un sector de trabajadores que exigen que las medidas se extiendan al resto de las industrias del país sin indemnización alguna y bajo su propio control.

Con la nueva política de Chávez de concentración de poderes se avanza a una mayor bonapartización del régimen y del gobierno, dejando la vía abierta para un potencial giro a la derecha o medidas antipopulares frente a la eventualidad, por ejemplo, de una crisis internacional que haga caer el precio del crudo o de una escalada inflacionaria. Esto va de la mano con la política de reelección indefinida, modificando la Constitución del país, donde se buscan los mecanismos jurídicos que den espacio para una especie de "bonapartismo plebiscitario", donde se suceden elecciones en las que "la mayoría pobre" vota recurrentemente por Chávez, pero donde no se realizan cambios sustanciales ni se resuelven los problemas estructurales de los trabajadores, los campesinos y el pueblo pobre, ni éstos tienen posibilidad de discutir y resolver democráticamente, como hemos visto a lo largo de los últimos ocho años. Para concretar su programa político hoy se llama también a la construcción del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), invitando "... a los empresarios nacionalistas" a construir el PSUV, remarcando nuevamente que quiere en realidad una organización política donde estén juntos los altos oficiales las Fuerzas Armadas del Estado burgués venezolano y los empresarios «nacionalistas» con los sectores obreros, campesinos y populares. Lejos de la "profundización de la revolución bolivariana" que ven algunos sectores capituladores de la izquierda, el PSUV es la búsqueda del enchalecamiento del movimiento de masas y de cualquier intento del sector de los trabajadores que puedan buscar un curso independiente del nacionalismo burgués.

Chavéz ha tenido roces con el imperialismo yanqui por su apoyo a Irán y su oposición a la invasión imperialista a Irak y del ejército sionista al Líbano. Defendemos a Venezuela de cualquier eventual "represalia" imperialista. Pero afirmamos que estas declaraciones no llevan a una lucha antiimperialista consecuente, ya que ni siquiera apelan a la movilización de los trabajadores y los pueblos del mundo, sino a las estrechas relaciones diplomáticas con los gobiernos capitalistas que, como Lula y Kirchner, administran la expoliación de las naciones latinoamericanas, e incluso con gobiernos imperialistas como el del Estado Español.

No hay grandes cambios en cuanto a su proyecto estratégico de la "vía venezolana al socialismo", en el que sigue y seguirá dominando la explotación capitalista. La perspectiva del "socialismo del siglo XXI" que plantea Chávez sólo se limita a una semi-estatización burguesa en algunos sectores de la economía, pagando a los grupos parasitarios que durante décadas se llenaron los bolsillos a costa del hambre y la miseria de millones de trabajadores y usuarios, permitiendo que sectores burgueses nacionales e importantes firmas imperialistas sigan haciendo negocios millonarios en otros sectores de la economía e incluso en la principal industria venezolana, el petróleo. El plan del nacionalismo burgués moderado de Chávez no va más allá de impulsar y desarrollar todo un sector de la burguesía venezolana, la no monopolista, mucho más dependiente de la ayuda y protección estatal, al tiempo que también se siguen garantizando sus negocios con el Estado a los monopolios y grandes empresarios nacionales, y a las transnacionales.

Pero la retórica de Chávez ha calado también más allá de las propias fronteras venezolanas, incidiendo en la simpatía de importantes sectores de masas en todo el continente, incluso en la adhesión al proyecto chavista. Es sobresaliente que la amplia mayoría de las organizaciones de izquierda a escala internacional, incluyendo una amplia gama de las que se reivindican del trotskismo, se postran frente al nacionalismo burgués de Chávez. Por eso los marxistas revolucionarios tenemos que aunar fuerzas y sostener un programa que se diferencie claramente del proyecto chavista de manera tal de articular una política obrera independiente. Frente a toda tentativa de ataque del imperialismo estaremos en la primera fila para cerrarle el paso a la reacción interna y extranjera, tal como lo hicimos junto a los millones que se movilizaron contra el golpe de abril y del paro-sabotaje petrolero. Pero frente a las engañosas "nacionalizaciones" del gobierno venezolano y su intento de poner una camisa de fuerza a una posible radicalización o endurecimiento de las luchas obreras, populares y campesinas, de asegurar que no surjan importantes tendencias de independencia política entre la clase trabajadora, o que sean fácilmente anuladas, a través del PSUV, es más necesaria que nunca la lucha por una política antiimperialista consecuente y por la independencia política y organizativa de la clase trabajadora. Sobre esta base es que hacemos un llamado a las corrientes como la Liga Internacional de Trabajadores (LIT) que tiene como principal referente al PSTU en Brasil, a la Coordinadora por la Reconstrucción de la Cuarta Internacional (CRCI) impulsada por el Partido Obrero de Argentina, y al Partido Obrero Revolucionario (POR) de Bolivia, que manifiestan hoy una posición independiente del gobierno chavista. Desgraciadamente en Venezuela, organizaciones del trotskismo, como el importante sector mayoritario que dirige el PRS, influenciados por la UIT-CI (Izquierda Socialista de Argentina) y apoyado por el MST argentino, se mantienen en el camino de llevar cada vez más a los trabajadores tras las políticas e iniciativas del gobierno, como se ha expresado últimamente en la decisión de la corriente sindical C-CURA, única fuerza real con influencia del PRS, de impulsar el PSUV, lo que representa la culminación de una política que lleva a diluir a la clase obrera en el pseudonacionalismo burgués de Chávez.

Como primer paso hacia una política obrera independiente creemos que es necesario levantar la lucha por la nacionalización sin indemnización de todas las industrias y empresas estratégicas de Venezuela bajo el control y gestión obrera. Los socialistas revolucionarios debemos pelear a escala nacional e internacional por la expropiación sin pago y bajo control de los trabajadores y los usuarios de todas las empresas privatizadas, en el camino de expropiar todas las grandes empresas, la banca y las industrias estratégicas, como la de hidrocarburos, mediante un gobierno de los trabajadores que planifique el conjunto de la economía en forma racional y al servicio de las grandes mayorías obreras y populares, acabando hasta el final con la expoliación imperialista de las riquezas del país. En esta perspectiva, tenemos que llamar a la más amplia solidaridad de los trabajadores de las empresas transnacionales en sus países de origen para que tomen en sus manos -mediante sus organizaciones- este programa. La clase obrera venezolana debe confiar solamente en sus propias fuerzas y métodos de lucha: sólo así podrá sellar una verdadera alianza obrera, campesina y del pueblo pobre verdaderamente anticapitalista, que tenga como horizonte estratégico la lucha por conquistar un gobierno obrero, campesino y del pueblo pobre. Frente a la política de un PSUV es imprescindible que los trabajadores se expresen en la vida política nacional de manera completamente independiente, por eso es clave luchar por un partido propio de los trabajadores, un gran partido obrero independiente basado en los organismos de representación y lucha de los trabajadores (sindicatos combativos, organizaciones sindicales clasistas, comités de fábricas, etc.), basado en los métodos de la democracia obrera y que levante un programa claramente anticapitalista. Este sería un primer paso para avanzar en la construcción de un potente partido obrero revolucionario que luche por un gobierno de los trabajadores y el pueblo pobre, y avanzar hacia una verdadera revolución obrera y socialista.

En síntesis, compañeros, los llamamos a hacer una campaña conjunta por tres puntos fundamentales:

a) Contra las falsas nacionalizaciones de Chávez, luchar por la nacionalización sin indemnización de todas las industrias estratégicas bajo control y gestión obrera;
b) Luchar por un partido obrero independiente, para que la clase obrera comience a pesar en la vida política nacional contra todas las variantes del reformismo y el nacionalismo burgués;
c) La perspectiva de un gobierno obrero, campesino y del pueblo pobre como única vía real para dar pasos hacia la resolución de los principales demandas obreras, campesinas y populares, contra toda la falacia del "socialismo del siglo XXI".

Una campaña conjunta para dirigirnos a las otras corrientes que actúan en Venezuela, tanto en el PRS como en la corriente sindical C-CURA, y luchar por esta perspectiva en cada uno de nuestros países y a nivel internacional. Esperamos una pronta respuesta.
Juventud de Izquierda Revolucionaria de Venezuela (JIR- Fracción Pública del PRS), Partido de Trabajadores Socialistas (PTS) de Argentina, Liga de Trabajadores por el Socialismo de México (LTS), Liga Obrera Revolucionaria por la Cuarta Internacional (LOR-CI ) de Bolivia, Liga Estrategia Revolucionaria (LER-QI ) de Brasil, Clase contra Clase de Chile y Clase Contra Clase del Estado Español y FT Europa.
En Clave Revolucionaria (LRS) N°1, Abril de 2007.

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