martes, 31 de marzo de 2009

El "Plan Geithner": una jugada arriesgada de Obama. Crece la ira popular contra Wall Street

por : Juan Chingo
source: La Verdad Obrera Nº 318
Jueves 26 de marzo de 2009


El pasado lunes, el secretario del Tesoro norteamericano, lanzó una nueva versión de su plan de salvataje del sistema financiero norteamericano. Las bolsas, a diferencia de otros intentos, reaccionaron con euforia aunque después la alegría se fue evaporando. Este plan que constituye una enorme estafa a los contribuyentes, en especial a los trabajadores, no está asegurado que resuelva el problema de insolvencia del actual sistema financiero norteamericano. Su fracaso pone en juego mucho más que el rescate de los bancos. La actitud de paciencia de la población con estos onerosos planes de salvataje ha cambiado desde el affaire AIG. Si el plan no funciona –una alta posibilidad ya que el problema que aqueja a los bancos no es de liquidez sino de solvencia– , el capital político de Obama y la voluntad del Congreso podrían quedar exhaustos para soluciones más radicales.

Cómo maquillar el viejo Plan Paulson
En octubre pasado, el Congreso norteamericano aprobó el Programa de Ayuda a Activos Problemáticos (TARP, por su sigla en inglés) que fue conocido con el nombre del secretario del Tesoro de la anterior administración, Henry Paulson, para salvar el sistema financiero norteamericano de la debacle. En su momento llamamos a este plan la “madre de todos los fraudes”. Tal fue el revuelo que generó, en el marco de la debilidad terminal del gobierno Bush, que no pudo aplicarse, utilizándose parte de sus fondos para la recapitalización de varias entidades bancarias.


El plan presentado este lunes por Timothy Geithner, actual secretario del Tesoro, tiene un montón de adornos y vericuetos pero en su substancia es casi igual al viejo Plan Paulson, donde el Estado compra los activos basura de los bancos. Sin embargo, esta realidad es maquillada en el ‘Plan de inversión público-privada en activos heredados’, como se llama el nuevo plan. ¿Pero cómo se puede llamar “asociación público-privada” a un esquema para financiar firmas de inversión privada y garantizarles importantes ganancias a cambio de comprar préstamos hipotecarios y títulos caídos en desgracia a los bancos a precios inflados? Es así que las firmas de inversión o hedge funds que participen en el esquema pondrán sólo un 7,15% del capital mientras que el Tesoro espera dedicar en un primer momento de 75.000 a 100.000 millones de dólares procedentes del TARP para movilizar con el sector privado de 500.000 millones a un billón de dólares “en poder adquisitivo para comprar los activos heredados” de la última burbuja inmobiliaria. Entre los mecanismos para incentivar la participación privada se incluyen préstamos en condiciones ultra ventajosas aportados por la Reserva Federal (FED) y la Corporación de Garantía de Depósitos (FDIC). Estos préstamos serán garantizados por el gobierno, el cual asumirá toda la carga frente a una eventual pérdida. Sin embargo, a pesar de que el grueso de la financiación será aportado por el Estado, los fondos de inversión público-privada serán gerenciados por los inversores privados, los que recibirán lucrativos honorarios por manejar este saqueo parasitario. No sorprende que como informa el Washington Post el 22/3, algunos de los más ricos y poderosos hombres de Wall Street sean los autores reales del plan de la administración: “El otoño pasado, los inversores multimillonarios Warren E. Buffert, el presidente de Goldman Sachs Lloyd Blankfein y William H. Gross, el director ejecutivo de PIMCO, la principal administradora de fondos de inversión del mundo, le sugirieron a los funcionarios del Tesoro la idea de crear un fondo de inversiones, usando dinero público y privado, para comprar activos tóxicos a los bancos, según importantes ex funcionarios del Tesoro”.

Sin embargo, a pesar de estas ventajosas condiciones –que a diferencia de los anteriores intentos de Geithner– hicieron subir fuertemente la bolsa el día del anuncio, el plan es totalmente insuficiente para reestructurar un sistema bancario norteamericano prácticamente quebrado. El mismo no posee ninguna cláusula que obligue a los bancos que no han asumido las pérdidas por el hundimiento de sus activos basura a entrar en el esquema, sino que es totalmente voluntario. A su vez, al igual que el principal punto débil del Plan Paulson, éste no resuelve el principal problema de las entidades: la valoración de los activos. Por el contrario, si fuera fácil recuperar el valor de estos títulos, los bancos no estarían deseando deshacerse de ellos. Las autoridades económicas pretenden ayudar a resolver este problema mediante un financiamiento barato a través del FDIC, pero esto no anulará la enorme diferencia entre los precios de oferta y de demanda de muchos de estos bonos, gran parte de los cuales nadie puede asegurar que no se sigan depreciando.
Es que, como venimos diciendo, no estamos frente a una crisis de liquidez -que es la idea que sigue estando en el esquema del Tesoro- sino ante una crisis de insolvencia, es decir, una crisis que expresa la imposibilidad estructural a largo plazo de los bancos de poseer capacidad de pago, producto de que la actividad que financiaban ha dejado de ser rentable y no volverá a serlo por las cambiantes condiciones económicas. El nuevo gobierno, al igual que su predecesor, en su servilismo a Wall Street, trata de evitar el saneamiento del sistema financiero mediante una nacionalización temporaria de los bancos recapitalizados obligándolos previamente a un reconocimiento de sus pérdidas debido al peso que aún ejerce esta poderosa oligarquía financiera, perseverando aún en salvar entidades insolventes. A la vez, dentro del camino por el que ha optado es demasiado “tímido” debido a la oposición popular a una recapitalización masiva del sistema bancario, aunque este camino como ya se demostró en Japón en su década perdida sólo puede resultar en sobrepagos y en la eventual acumulación de más activos tóxicos. De esta manera, sigue postergando la solución de este problema crucial una vez que estén dadas las condiciones para el relanzamiento de la acumulación capitalista, cuestión que no es el caso como muestra la caída acelerada de la económica norteamericana y mundial.

A su vez, el plan implica grandes riesgos para el gobierno norteamericano. Mientras no resuelve –como vimos– el problema de la existencia de bancos zombies (bancos que siguen operando aunque en realidad están prácticamente quebrados o en el mejor de los casos, tienen suficiente capital para mantenerse de pie, pero no hacen nada de lo que supuestamente un banco debería hacer, es decir prestar a las empresas y a los hogares), sí puede ser una oportunidad para los bancos que hayan amortizado ya las pérdidas en estos activos, sacándolos de su balance casi sin costo. Del otro lado de la operación, si la jugada le sale bien al gobierno y hubiera ganancias, estos activos serán revendidos más adelante cuando se recupere el mercado, y los inversores o fondos de dinero que participen serán los más beneficiados; pero si sale mal y hay pérdidas, las asumirán íntegramente los contribuyentes. En otras palabras, una verdadera estafa. Cuestión que puede agotar la ya débil cuota de legitimidad que estos planes tienen para los contribuyentes, elemento político esencial si nuevas y más consistentes salidas para salvar al sistema financiero son necesarias. Esto es lo que temen los analistas más lúcidos de la burguesía financiera mundial como Martin Wolf del Financial Times, quien en su última columna escribe preocupado: “Si este esquema funciona, varios de los gerentes de fondos van a lograr enormes ganancias. Temo que esto convenza a los americanos comunes de que su gobierno está organizando una estafa para beneficiar a Wall Street. Ahora imagínense lo que pasaría si, después de realizar los ‘ tests de stress’ de los bancos más grandes del país, el gobierno concluye –¡Sorpresa! ¡Sorpresa!– que necesita otorgar más capital. ¿Cómo convencerá al Congreso de pagar? El peligro es que este esquema logre, como mucho, algo sin particular importancia –hacer los préstamos otorgados en el pasado más líquidos– con el costo de hacer más difícil algo que es esencial: recapitalizar los bancos”.

Pongamos estas críticas en el marco de la expansión que va a suponer este plan en el balance de la FED, y que se suma a los 750.000 millones para comprar titulizaciones y los otros 300.000 millones para adquirir bonos del Estado, la medida “estrella” anunciada la semana pasada para incrementar la liquidez una vez que los tipos de interés no pueden bajar más. Esta expansión implica una amenaza inflacionaria una vez alcanzado el piso de la ola deflacionaria, además de que aumenta descomunalmente el endeudamiento del país, además que es cuestionable su eficacia ya que existe el riesgo de que a pesar del aumento del dinero circulante, éste no llegue a los particulares y en cambio, se quede atesorado en los bancos, reacios a prestarlo (como muestra el hecho de que a pesar de la liquidez que la FED otorgó desde el comienzo de la crisis, éstos pasaron de reservas en cash de 50.000 millones de dólares en agosto pasado a 645.000 millones de dólares hoy). Es posible que tampoco consiga evitar que las tasas reales de interés suban, consecuencia de que la masiva compra de bonos del Tesoro por la FED no contrarreste la caída en la demanda global de esos bonos, lo cual implica que la oferta de éstos continuaría creciendo más rápido que la demanda.

La confianza en Obama en el ojo de la tormenta
El contexto del lanzamiento del plan es el aumento de la ira popular contra Wall Street. El disparador fueron los 165 millones de dólares otorgados a los incompetentes ejecutivos de AIG pagados con dinero de los contribuyentes. Es que en su prisa por rescatar de la ruina a la gigantesca compañía aseguradora, el gobierno de Obama pasó por alto el hecho de que la empresa había firmado contratos otorgando bonos precisamente a los jefes de la división financiera que llevó la firma al precipicio.


Este hecho puso al gobierno a la defensiva: el otorgamiento de los bonos provocó ultraje en todos los sectores, lo que llevó a Obama a condenar la medida con una declaración que pareció más orquestada que sincera, leyendo sus palabras en una pantalla electrónica transparente (telepromter). En este marco, de pronto han comenzado a llover críticas sobre el nuevo presidente de Estados Unidos.
Probablemente la más devastadora sea la de Maureen Dowd, columnista de The New York Times, un periódico que abrazó con pasión a Obama durante la campaña electoral. Ella dijo: “Barack Obama hasta necesita un telepromter para enojarse”, refiriéndose a la lenta reacción presidencial. El período de “luna de miel” que la prensa concede a todo nuevo presidente, parece haber llegado a su fin antes de sus primeros dos meses en el poder, y ni siquiera a los 100 días tradicionales otorgados a otros mandatarios. Bush tampoco disfrutó de ese período en su segundo gobierno, pero nunca fue elogiado por la prensa, como lo es –o lo era— el actual presidente. Este clima, a su vez, casi se lleva puesto al secretario del Tesoro, respaldado fuertemente por Obama antes del lanzamiento de su plan, ya que su caída prematura abriría una monumental crisis política.

Lo que sí es cierto es que el affaire AIG ha radicalizado las cosas, generando una explosiva hostilidad hacia el sector financiero. El Congreso está discutiendo un impuesto retroactivo a los bonos –no sólo de AIG, sino de todos los destinatarios del dinero gubernamental bajo el Programa de Ayuda a Activos Problemáticos (TARP), aunque el gobierno está presionando redobladamente para que esto no se lleve cabo. Por otro lado, en el ministerio público del Estado de Nueva York buscan los nombres de los destinatarios de los bonos en las empresas asistidas, lo que ha sido considerado por algunos analistas burgueses como una invitación al linchamiento. Estos legisladores y funcionarios públicos, muchos de ellos grandes sostenedores de sus amigos de Wall Street temen que escándalos como este –que muestran toda la avaricia y codicia de estos parásitos financieros– minen la legitimidad de nuevos y necesarios planes de salvataje. Es que la furia popular se ha desatado.

Según señala The Observer del 22/3: “Para muchos americanos AIG se ha transformado en la cara pública inaceptable de la crisis económica. La marca AIG se ha vuelto en los hechos tan tóxica que se pusieron guardias de seguridad en las oficinas de la firma y en las casas de los altos ejecutivos. Ayer en Connecticut un grupo de manifestantes recorrieron el estado haciendo marchas frente a las casas de los ejecutivos de AIG. Entregaban una carta que pedía que los ejecutivos devuelvan sus gratificaciones… Muchos ejecutivos de AIG han recibido amenazas de muerte al conocerse la noticia de los bonos, mientras los americanos comunes, que enfrentan la crisis más profunda desde la Depresión, se preguntan por qué los financistas que ayudaron a provocar el desastre deben beneficiarse tanto del mismo. Un memo de seguridad interno publicado la semana pasada por AIG aconsejaba a su personal no viajar solos, evitar salir de noche, estar atentos a caras extrañas cerca de su oficina o su casa y no usar el logo de AIG en público”. El cambio del estado de ánimo podría señalar un salto cualitativo en la percepción de las masas frente a la crisis. Un analista del Financial Times, Christopher Caldwel, lo resume de esta forma: “Lo que hasta hace poco parecía descontento con una economía lenta está empezando a aparecer como oposición al sistema”, y agrega este increíble comentario para apoyar su afirmación: “Los americanos están empezando a ver a quienes arruinaron el sistema financiero como a la policía secreta de un ex país comunista –es necesario evitar que provoquen estragos en otra esfera” (Financial Times, 21/3). En este marco, el margen político de Obama se estrecha, acorralado entre la ira popular contra los banqueros y la enorme presión de éstos –y la gran mayoría de medios afines– que se resisten a perder sus negocios y que han calificado las tímidas medidas de la Cámara de Representantes como: “…una caza de brujas al estilo McCarthy… Esto es lo más profundamente anti-americano que he visto jamás” (FT, 20/3). Esta presión, a su vez, ha permitido mejorar los términos del reciente plan a favor de Wall Street, así como que el presidente contemporizara y se separase de la acción de los representantes alejándose aún más de las expectativas populares depositadas en él.

La conclusión de toda esta situación es deprimente para la burguesía mundial, como concluye su nota el citado Martin Wolf: “La conclusión por lo tanto es deprimente. Nadie puede confiar en que EE.UU. tenga todavía una solución factible a su desastre bancario. Al contrario, con el público enfurecido, el Congreso en pie de guerra, el presidente tímido y una política que depende de la capacidad del gobierno de gastar dinero público en instituciones poco capitalizadas, EE.UU. está en un impasse.

Depende de Barack Obama encontrar una salida. Cuando se reúna con sus contrapartes del grupo de los 20 en Londres la semana próxima, no podrá declarar que ya la ha encontrado. Si esto no es aterrador, no sé qué es”. (FT, 24/3). En este marco, el capital político de Obama y la voluntad del Congreso podrían quedar exhaustos para soluciones más radicales en los próximos meses o, en caso de un giro en su política –obligado por la magnitud de la crisis–, que termine sacrificando a Geithner si el plan fracasara, los costos y divisiones en la clase dominante podrían ser altísimos y profundos, y podrían poner al sistema político frente a un riesgo mayor. Es el momento de los trabajadores de pasar de la furia y la indignación a la acción.

Después de las elecciones presidenciales en El Salvador: Un debate estratégico en la izquierda

Por Brayan Brenes
Viernes 27 de marzo de 2009

No cabe duda que las elecciones presidenciales de este 2009 en El Salvador, y muy particularmente el triunfo del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) encierran un enorme significado histórico; y no era para menos: no solo acabó el período de 20 años de sucesivos gobiernos de la ultraderechista Alianza Republicana Nacionalista (ARENA) -el partido estelar de los intereses de la burguesía nacional y el imperialismo- sino que las mismas elecciones se desarrollaron en el marco de una crisis capitalista mundial –la peor en 80 años- que ya comienza a golpear con fuerza en Centroamérica; y por supuesto con unas elecciones que dejan como saldo la victoria de un grupo que hace 17 años era guerrilla y enfrentaba por medio de las armas al partido ARENA y a la burguesía en nombre de la “revolución”. Aunque ya el FSLN en Nicaragua había logrado en el 2006 ganar las presidenciales, esto sucedía precisamente después de 16 años, cuando Daniel Ortega había sido derrotado a manos de Violeta Chamorro (la candidata “oficial” de la burguesía y el imperialismo) en aquellas elecciones “democráticas” pactadas en el marco de los Acuerdos de Paz.

El triunfo del FMLN en El Salvador, obliga a los revolucionarios a hacer un profundo balance, así como llevar adelante un debate serio y consecuente desde el punto de vista de los principios del marxismo, especialmente en momentos donde ya el FMLN así como el FLSN se han convertido en aparatos electorales indisolublemente vinculados al Estado burgués; y más allá de la victoria en elecciones presidenciales, esto se da en el marco de la completa adaptación al Estado y a su compromiso de sostener al sistema capitalista. Por eso todo lo anterior define los contornos de una discusión estratégica y programática entre quienes nos reclamamos marxistas, especialmente en lo que hace a las tareas de la revolución Centroamericana y mundial.

Las elecciones presidenciales de El Salvador: un primer test de la lucha de clases para los revolucionarios. Un debate indispensable en la izquierda.
Definitivamente muchos grupos y corrientes proclamadas de la izquierda marxista y revolucionaria no pasaron la prueba de las elecciones en El Salvador. Está el caso de los que como el Socialista Centroamericano (SOCA) [1] -dirigido por el reconocido Abogado Bonifacio Miranda- llamaron a votar “críticamente” a favor del FMLN -incluso desde varios meses antes de las elecciones- presidenciales, vergonzosamente participando de la campaña electoral de apoyo al grupo ex guerrillero. Tenemos a los que como el Movimiento Socialista de los Trabajadores (MSTC), que a pesar de hacer un análisis correcto del programa del FMLN así como de su cada vez más comprometedora composición de clase, a último momento llamó a votar por el partido “izquierdista”. Y tenemos posiciones extremas de apoyo y capitulación, como la del Bloque Popular Juvenil (BPJ), el grupo salvadoreño de la Corriente Marxista Internacional (CMI), que además de haber llamado a votar al partido de Mauricio Funes, trata de falsificar la realidad y meter la idea de que esta es una victoria de los trabajadores y el pueblo pobre.

Los compañeros del SOCA, en una posición escandalosa no se conformaron con llamar a votar a la ex guerrilla, fueron más allá y le pidieron incluso al FMLN que encabezara un gobierno “que incluyera a las organizaciones, obreras, campesinas y populares”. [2] Esto, en las condiciones de la actual de la política del FMLN -que actúa como contención y desvío del descontento de las masas- solo puede significar lo que los marxistas llamamos un gobierno de “frente popular”. Aunque los compañeros dicen luchar por este tipo de “gobierno del FMLN” “… sin la participación de burgueses”, dejan de lado que precisamente el FMLN luchaba por llegar a la presidencia en el marco de su adaptación a las instituciones de dominación burguesa, como el Parlamento, las Alcaldías, y ahora el Ejecutivo. La Declaración de esta “corriente” centroamericana termina embelleciendo a la dirección del FMLN y los lleva a plantear una postura donde según parece, para el SOCA es posible integrarse al Estado burgués y formar un gobierno “sin la participación de burgueses”, ¡un delirio inimaginable!

Pero si es impactante la política de capitulación abierta del SOCA, quien no deja piedra sobre piedra de una política cuando menos de independencia de clase es el Bloque Popular Juvenil (BPJ). Para este grupo que se reivindica alegremente como la “voz marxista” del FMLN “los obreros y campesinos de El Salvador derrotaron el fraude electoral y ganaron las elecciones”, y haciendo una afirmación un poco forzada dicen que “La burguesía tuvo que ceder de muy mala gana la administración del Estado al Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN) para evitar un estallido revolucionario”. [3] Por el contrario, como hemos dicho el triunfo del FMLN no representa ningún triunfo para los trabajadores, que posiblemente no verán solucionarse sus reivindicaciones históricas fundamentales. En cambio, la victoria de Funes puede ser en cierta medida un alivio para los burgueses, porque se aseguran una opción de contención de la lucha independiente de la clase trabajadora. El BPJ dice que “la burguesía tuvo que ceder de muy mala gana” la administración de su Estado, pero ésta no parece ser la realidad; lo cierto es que inmediatamente después de la victoria de Funes el actual Presidente Antonio Saca “le habló al nuevo presidente para felicitarlo y ofrecerle una transición ‘tranquila y expedita’”, lo que parece dar a entender que la burguesía no acepta de tan “mala gana” a Funes. Aunque no sea su mejor opción en el escenario de la crisis generalizada del capitalismo a nivel mundial, para la fracción burguesa de ARENA más bien puede ser bueno soltar la papa caliente y dejarla en manos del FMLN, que puede "quemarse" y de seguro tendrá muchos problemas frente a la crisis económica. Como decíamos en la Declaración frente a las elecciones “precisamente el propio FMLN podría ser una de las cartas del capitalismo salvadoreño” [4] ante un escenario que promete ser turbulento.

ARENA en primera instancia sabe que puede encontrar un aliado en el FMLN y Mauricio Funes para proteger la “propiedad privada”, y en consecuencia los negocios de los capitalistas. Mauricio ha dicho que tiene intención “en trabajar de la mano, incluso con el partido ARENA”, [5] pero esto el BPJ o lo ignora concientemente para profundizar su política de capitulación a un partido burgués, o no lo sabe.

Incluso frente a las declaraciones de Funes sobre la necesidad de incorporar a "inversionistas extranjeros, con potencial para generar empleos decentes, acelerar el crecimiento de la producción" los militantes del BPJ llegaron a plantear que solo se trata de "una concesión argumental".

Este curso del BPJ es similar al que sus organizaciones “hermanas” han hecho en otros países, donde han terminado disueltos o están en vías de hacerlo en organizaciones burguesas o reformistas, como es caso del PRD en México, y subordinadas a direcciones “antineoliberales” como el chavismo en Venezuela.

La política de la LIT: el abandono de la lucha por el poder, la estrategia revolucionaria, y el combate por el socialismo
Aunque en la recta final de las elecciones presidenciales el MSTC-LIT profundizó su análisis –correctamente- sobre los vínculos del FMLN con reconocidos empresarios y explotadores nacionales, así como sobre el programa procapitalista de esta agrupación; al final dieron un giro violentamente oportunista y llamaron a votar por este partido, a pesar del “carácter típicamente burgués del programa”. [6]

El MSTC llamó “al pueblo a votar por el FMLN ante las maniobras del partido ARENA”. ¿Según el MSTC-LIT qué sigue?: realizar exigencias al gobierno del FMLN- Mauricio Funes, con el argumento de “rechazar el programa del futuro gobierno, así como para exigirle [que] garantice la reversión de las privatizaciones y los Tratados de Libre Comercio (…)” etc, etc. Es decir, la política del MSTC en esta nueva “etapa” después de haber llamado a votar al FMLN ahora consiste en ejercer presión sobre el gobierno de Funes. En los hechos esto significa un abandono de una política de independencia de clase respecto al nuevo gobierno, en aras de una orientación oportunista que ya viene llevando a los compañeros del MSTC a la rastra del nuevo gobierno, a pesar de sus “críticas”.

La política de la LIT se expresa también en una visión (o caracterización) que -aunque no lo dicen en público- prácticamente parte de la definición del BPJ de que este es el triunfo de los “obreros y campesinos”, lo cual parece llevarlos a considerar que este es el gobierno de los trabajadores. Y, de esa forma, aunque se siga hablando de la lucha por el poder; la estrategia revolucionaria y el combate por el socialismo, el MSTC y la LIT abandonan la pelea desde temprano, desprendiéndose de la independencia politica de los trabajadores respecto a las variantes burguesas y/o reformistas (sean neoliberales o antineoliberales).

Por una estrategia revolucionaria y un programa obrero y socialista
Todo parece indicar que el nuevo gobierno dirigido por el FMLN no resolverá las demandas históricas fundamentales de las amplias masas obreras, campesinas y del pueblo pobre salvadoreño. A pesar de no estar todavía marcados en definitiva los trazos vitales del nuevo gobierno, por lo que se puede ver hasta el momento ni en la mente de Mauricio Funes ni en la mentalidad de los principales dirigentes históricos del FMLN pasa la idea de tomar medidas para acabar con la explotación de la burguesía, o sacar al país del atraso y la opresión imperialista. Más bien Funes parece inclinarse a imitar el modelo brasileño de Lula, por lo menos en lo que a “estabilidad” burguesa y alineamiento con el imperialismo se refiere. Aunque El Salvador no es Brasil y viceversa, la inclinación inicial de Mauricio muestra cual es el norte que quiere para su país: un país libre de conflictos sociales, con una relación amistosa con el imperialismo, y manteniendo intactas las relaciones de explotación y propiedad imperantes desde los primeros años de vida republicana hasta la actualidad.

Los revolucionarios de la LRS creemos que la única forma de darle salida a los grandes intereses históricos de las masas trabajadoras, de campesinos pobres y el pueblo, pasa por derribar al capitalismo, luchando por un programa que tenga como pilares centrales una profunda reforma agraria en el campo para dar tierra a los campesinos pobres; un programa basado en el monopolio del comercio exterior y la nacionalización de toda la industria. En medio de la peor crisis capitalista después de la II Guerra Mundial, los revolucionarios de la LRS sostenemos que es necesario expropiar y poner bajo control obrero toda fábrica que cierre o despida trabajadores, incluyendo los grandes complejos maquileros. Sostenemos que es necesario romper relaciones con el imperialismo norteamericano, comenzando por supuesto con el no pago de la deuda externa que desangra al país con una deuda que no ha sido contraída para resolver la situación de miseria de las masas trabajadoras. En este sentido, consideramos urgente tirar abajo la dolarización, así como el TLC con Estados Unidos, que solo dependencia y mayor saqueo de nuestras riquezas nos ha generado.

Pero además de las medidas económicas y de soberanía nacional, sostenemos que es necesario juzgar y encarcelar a todos los represores y asesinos que participaron en los “escuadrones de la muerte”, así como a los policías y militares que como Rodrigo Ávila de ARENA protagonizaron la desaparición y asesinato de miles de trabajadores, campesinos pobres y jóvenes durante la década de 1980. Así también creemos necesaria la disolución de la policía y todos los cuerpos represivos de que se vale el Estado y los capitalistas para oprimir al pueblo pobre.

Por supuesto que ninguna de las medidas anteriores puede ser llevada adelante sin un gobierno obrero y del pueblo pobre en El Salvador, así como entendemos que este gobierno no surgirá evolutivamente o por el giro a izquierda del FMLN; sino que solo surgirá como consecuencia de una revolución obrera y socialista, en donde los obreros -encabezados por su propio partido revolucionario (independiente de todas las variantes capitalistas como ARENA o el FMLN)- puedan convertirse en el caudillo de clase de la nación, arrastrando tras de sí a las masas campesinas y a los desposeídos de la ciudad y el campo.

Sabemos que las masas en estos momentos, precisamente por la intensidad de las ilusiones depositadas en el FMLN, aún no comparten nuestro programa ni estrategia; pero es el único camino posible para alcanzar su liberación y construir una nueva sociedad.

Al mismo tiempo que luchamos por un gobierno obrero y campesino apoyado sobre comités o consejos con plena democracia obrera de masas, los revolucionarios de la LRS creemos que es urgente construir el partido revolucionario en El Salvador, en la perspectiva de avanzar hacia el socialismo y la revolución mundial.

[1] Este grupo, o “corriente” política agrupa cuatro subgrupos de la región centroamericana: el PRT salvadoreño, CSR de Guatemala, MAS de Honduras, y PRT nicaragüense.

[2] “El Salvador: llamamos al voto crítico a favor del FMLN. Declaración de los Socialistas Centroamericanos sobre las elecciones en El Salvador.” Partido Revolucionario de los Trabajadores (El Salvador). 9/1/2009.

[3] Ricardo Ayala. “Los obreros y campesinos de El Salvador derrotan el fraude electoral y ganan las elecciones.” Domingo 15 de marzo de 2009. www.bloquepopularjuvenil.org.

[4] Declaración de la LRS frente a las elecciones en El Salvador. Liga de la Revolución Socialista. Jueves 12 de marzo de 2009. www.ft-ci.org.

[5] Estela Henríquez. “Saca y Funes preparan transición.” La Prensa Gráfica. Martes 17 de marzo de 2009.

[6] Declaración del Movimiento Socialista de Trabajadores y Campesinos (MSTC). “Más allá de la derrota de ARENA. Posición del MSTC ante las elecciones del 15 de marzo.” Tomado de Socialismo Hoy. Publicación del Movimiento al Socialismo de Costa Rica. Marzo de 2009. N°13. P, 12.

viernes, 20 de marzo de 2009

Francia: ¿La bronca de los trabajadores logrará desbordar a las direcciones sindicales?

por : S. (militante de la Tendencia CLAIRE del NPA y miembro del grupo de simpatizantes de la FT-CI en Francia) Jueves 19 de marzo de 2009

La situación social y política en Francia está marcada por el desarrollo de la crisis económica mundial del capitalismo. Una huelga general acaba de conmover a las Antillas, los planes de despidos se multiplican, el gobierno debilitado prosigue con sus contrarreformas y la bronca de los trabajadores se amplifica.

Las luchas se desarrollan a pesar de la concertación de los burócratas con Sarkozy
La jornada de acción convocada por todas las centrales sindicales el 29 de enero fue respondida masivamente, expresada por tasas de huelguistas y un número de manifestantes (2.500.000) sin precedentes desde 2006 y una fuerte presencia de trabajadores privados, generalmente en retirada desde hace más de 25 años en este tipo de movilizaciones. Pero las direcciones sindicales, que no establecieron ninguna plataforma de reivindicaciones claras, se han negado a darle continuidad a esta acción, lo que hubiera permitido amplificar la movilización al extenderse la huelga a otros sectores que podrían haber actuado como un foco para organizar la huelga general.
Prefirieron adaptarse al calendario fijado por Sarkozy, aceptando diferir e ir a la “concertación” del 18 de febrero. Si bien el gobierno ha tirado algunas migajas, su objetivo sobre todo era el de asociar a las direcciones sindicales con la puesta en marcha de su supuesto “plan de reactivación”. Ante el aumento de la bronca obrera, los jefes sindicales no tenían otra alternativa que llamar a una nueva jornada de movilización, para no desacreditarse demasiado evidentemente ante los trabajadores. Pero la fijaron para el 19 de marzo, lo más lejos posible del 29 de enero, para darle tiempo al gobierno a terminar con la huelga general en Guadalupe, colonia francesa, y evitar el contagio a Francia. Sin embargo, desbordando a las direcciones sindicales mediante la realización de asambleas generales, la elección de delegados mandatados y coordinadoras nacionales, primero los docentes universitarios, a los que luego se suman los estudiantes, realizan una huelga prolongada e ilimitada desde el 2 de febrero, y han confluido con un número creciente de estudiantes, a pesar de la política anti huelga de la UNEF, principal sindicato estudiantil, ligado al Partido Socialista. A pesar de los esfuerzos del gobierno para terminarla, combinando pseudo negociaciones con los sindicatos amarillos para “reescribir” el proyecto y la represión a los más activos, el movimiento se mantiene globalmente, incluso fortaleciéndose entre los estudiantes y en parte radicalizándose con el bloqueo de un número creciente de universidades (alrededor de 44 a la fecha). En los hospitales, los trabajadores comenzaron a movilizarse contra la ley Bachelot. En el Correo, huelgas prolongadas, impulsadas desde la base por militantes combativos, a pesar de la oposición de todas las direcciones nacionales, y frecuentemente impulsadas por los jóvenes, se desarrollan en el departamento de Hauts-de-Seine y de l´Essonne. En el sector privado, las reacciones de los trabajadores frente a los planes de despidos se multiplican.

Los obreros de la STPM impiden los despidos mediante una huelga con piquetes
El líder mundial de la producción de baterías, Exide Technologies, ha decidido cerrar su fábrica en Auxerre y llevar su producción a España, Italia y Polonia, dejando en la calle a 350 asalariados. Los trabajadores reaccionaron con una huelga a reglamento y con la presencia de una guardia alrededor de la fábrica para impedir que se lleven las máquinas. El 29 de enero llevaron por la fuerza a su patrón a manifestar con ellos. A fines de febrero, la intersindical organizó un mitin en las puertas de la fábrica e invitó a Olivier Besancenot, muy aplaudido cada vez que tenía un lenguaje radical. En Clairoix, en l´Oise, el grupo alemán Schaefller anunció su decisión de cerrar la fábrica de neumáticos Continental, que emplea a 1.200 asalariados. Los obreros reaccionaron con la huelga el jueves, recibieron a su patrón tirándole huevos el viernes, y organizando una manifestación al comité de empresa en Reims el lunes. También los trabajadores de la fábrica Sony de Pontonx-sur-l´Adour han secuestrado a su patrón durante toda una noche para obtener mejores indemnizaciones por despido. Todo esto es un testimonio del aumento de la rabia obrera. Pero el límite de estas movilizaciones es que, en general, no tienen otra perspectiva que ésta. En este sentido, la acción más destacable es la de los obreros de la STPM, una pequeña fábrica de un grupo contratista automotor. No han peleado por mejores indemnizaciones, sino por impedir sus propios despidos. Y provisoriamente han ganado. Una huelga con piquete de 9 días de 22 de los 28 obreros de la fábrica obligó a ceder al patrón: la presión de Peugeot y de Renault, para los que la fábrica produce chasis, ha sido muy fuerte. Ni el chantaje del patrón por la deslocalización, ni la presión del prefecto (el representante del gobierno en el departamento) hicieron replegar a los obreros. Su ejemplo debe popularizarse para instalar en la conciencia de los trabajadores la idea de que es posible impedir los despidos con la lucha de clases. Hay que buscar centralizar estos combates dispersos. Finalmente, y más importante, es necesario comenzar a levantar la consigna de nacionalización sin pago ni indemnización bajo gestión obrera de las empresas automotrices como única solución, en última instancia, para impedir los despidos.

La huelga general en las Antillas: los trabajadores de las colonias muestran el camino a la clase obrera de Francia
La huelga general de los trabajadores de Guadalupe y Martinica ha constituido una poderosa respuesta obrera a la crisis, a las agresiones de Sarkozy, a la dominación de un puñado de patrones criollos y metropolitanos y del Estado colonialista francés. La definición de una plataforma de reivindicaciones precisas, la realización de un frente único de organizaciones políticas y sindicales, la preparación de éstapor medio de manifestaciones y mítines, el llamado a la huelga general, la realización de piquetes de huelga y la extensión de la huelga desde las grandes empresas hacia las pequeñas, son métodos ejemplares para la clase obrera de Francia. Sin embargo, la traición de los dirigentes de las centrales de la metrópoli que dejaron aislada a la huelga general, los esfuerzos del gobierno para pudrir el conflicto y los límites del método reformista de los dirigentes combativos de la UGTG y de la CGTG que la encerraron en un marco puramente económico, cuando los trabajadores de hecho empezaban a poner en marcha a la economía ellos mismos (distribución de acuerdo a las necesidades de gas, de nafta, etc.), hacen que el éxito sea solamente parcial. Esta es una de las razones por las que, si bien constituye una referencia para todos los trabajadores, no tuvo un efecto de contagio inmediato. Pero también, porque ninguna organización de la extrema izquierda, mientras saludaba esta lucha, levantó una orientación concreta para la preparación política de la huelga general en Francia.

La necesidad de un combate político por la huelga general
Es verdad que el NPA defiende correctamente la perspectiva de la huelga general y, en su visita de solidaridad a los trabajadores y al pueblo de Guadalupe, Olivier Besancenot ha levantado la necesidad de creación de “comités contra la explotación”, siguiendo el modelo del LKP. Pero, lamentablemente, la dirección del NPA no ha hecho nada para pasar de las palabras a los hechos. La Tendencia CLAIRE del NPA está proponiendo desde hace varias semanas a todo el NPA adoptar y poner en marcha concretamente esta orientación, es decir:

• Tomar la iniciativa de lanzar comités de preparación de la huelga general en todas las empresas y establecimientos en los que intervienen sus militantes. Se trata de reunir el máximo de trabajadores combativos para discutir las condiciones políticas de la huelga general, para convocar lo antes posible a asambleas generales y luchar con el objetivo de la huelga prolongada y la convergencia de las luchas como medios de ir concretamente hacia la huelga general.

• Proponer sin demoras a los comités de preparación de la huelga general, a los trabajadores reunidos en asambleas y a las organizaciones políticas y sindicales del movimiento obrero adoptar una plataforma reivindicativa inmediata unificadora.

• Satisfacción de las reivindicaciones de los trabajadores de Guadalupe, Martinica, Guyana y Reunión.

• No a la represión, retiro inmediato de las fuerzas represivas del Estado francés de todos los DOM-TOM (departamentod de territorios de ultramar, N.deT.).

• 300 euros de aumento mensual para todos los asalariados ya.

• Ningún despido ni cierre de empresas.

• Anulación de todas las supresiones de puestos en la función pública.

• Retiro de todas las contrarreformas en curso en el gobierno: Revisión General de Políticas Públicas (RGPP), cambio del estatuto del Correo, reforma de los liceos, decretos que modifican el estatuto de los profesores-investigadores y los concursos de los profesores, ley LRU, proyecto de ley Bachelot contra el hospital público, cierres y deslocalización de los servicios públicos útiles a la población.

• Regularización colectiva de todos los sans-papiers (sin papeles, trabajadores inmigrantes o hijos de inmigrantes, N.deT.)

• Combatir frontalmente la política de las direcciones sindicales, exigir que dejen su “concertación” con el gobierno y su táctica de “jornadas de acción” sin perspectivas; por el contrario, hay que luchar en todos nuestros sindicatos, en las asambleas generales y en los comités de preparación de la huelga general para exigirle a las direcciones sindicales del movimiento obrero (CGT, FO, FSU, Solidaires…) que retomen esta plataforma de reivindicaciones claras y precisas y llamen a los trabajadores a movilizarse inmediatamente, preparando y llamando a la huelga general en el plazo más breve.
Solamente con la condición de que esta perspectiva logre trazar un camino entre la vanguardia y los trabajadores movilizados, abriendo la vía para la prolongación de la huelga en uno o varios sectores significativos, el 19 de marzo podrá ser algo más que una nueva jornada de acción, que aunque seguramente será masiva, también será impotente si queda sólo como una jornada aislada y no como parte de un plan de lucha contra los planes del gobierno y la patronal.

jueves, 19 de marzo de 2009

Elecciones en El Salvador: ¿Qué significa la victoria del FMLN?

Por Brayan Brenes
Jueves 19 de marzo de 2009

El domingo 15 de marzo se realizaron las elecciones presidenciales en El Salvador, y tal como ya se venía anticipando, resultó ganador el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), que desde enero se había convertido potencialmente en la principal fuerza política del país, luego del triunfo en las elecciones municipales y parlamentarias. Según los últimos datos disponibles, la fórmula Mauricio Funes- Salvador Sánchez Cerén obtuvo un 51.3% de los votos, frente al 48.7% obtenido por la fórmula del ex Comandante de la Policía Nacional, Rodrigo Ávila, candidato por la Alianza Republicana Nacionalista (ARENA).

Entre el desgaste de ARENA y las ilusiones en el FMLN
El triunfo del FMLN en las elecciones municipales y parlamentarias de enero, así como en las nacionales del 15/3, demuestran el profundo desgaste de ARENA frente a las masas trabajadoras y empobrecidas salvadoreñas, que durante dos décadas sólo han visto empeorar sus condiciones de vida.
El FMLN logra el triunfo presidencial en el marco de su completa adaptación a la institucionalidad burguesa, prometiendo preservar el orden económico y social existente, así como hacer algunas reformas para favorecer “a las mayorías”.
Las masas salvadoreñas han sido tan golpeadas por los distintos gobiernos de ARENA en los últimos años y sus esperanzas depositadas en el FMLN son tan profundas que una victoria de Ávila hubiera incluso amenazado la estabilidad del sistema de democracia burguesa salvadoreña.
Es que en medio de una crisis económica que promete ser turbulenta, el FMLN puede ser una gran fuerza de contención, no sólo en términos electorales, sino en la dinámica cotidiana de la lucha de clases. El FMLN se ha comportado como una “válvula de escape” que ha canalizado buena parte del descontento. Dispone de un aparato con muchos recursos económicos y políticos con el cual intentará de alguna manera disciplinar al movimiento de masas en posibles acciones de lucha (como huelgas o movilizaciones), y actuar en la medida de lo posible como un freno, intentando canalizar el descontento popular hacia las instituciones. El FMLN llega al gobierno con un programa burgués pero con un pasado guerrillero y “popular”, que frente a un importante sector de masas salvadoreñas en estos momentos es decisivo para el “cambio”. Es por eso que no es lo mismo que gobierne ARENA que gobierne el FMLN, con una autoridad importante frente a las masas.

El FMLN gobernará para garantizar la dominación de los capitalistas nacionales y el imperialismo
Muchos analistas “progresistas” alimentan la ilusión de que el gobierno del FMLN servirá a los intereses de los trabajadores y los sectores populares salvadoreños, apelando a su pasado guerrillero. Sin embargo, días antes de la elección presidencial Mauricio Funes afirmó: “Yo quiero más empresas (...) Quiero que los pequeños sean medianos, los medianos grandes y los grandes aún más grandes” (El Diario de Hoy, 11/3). Esta es una muestra de que el FMLN no tocará los intereses de ningún empresario salvadoreño, sino que gobernará para los capitalistas, esos mismos para los que por veinte años gobernó el partido ARENA. Por eso, no es casualidad que apenas conocida la noticia de la victoria de la fórmula del FMLN “el Presidente Saca y el ex candidato Rodrigo Ávila lo felicitaron [a Funes] (…) y le corroboraron su disposición para trabajar por la reconstrucción de un nuevo país”. Apenas dos días antes de las elecciones tanto Ávila como Funes se reunieron con el encargado de negocios de la Embajada de Estados Unidos en El Salvador, Robert Blau, quien expresó que su país trabajaría “con quien resultara ganador de las elecciones”.
Es que esta actitud de EE.UU. refleja que el imperialismo norteamericano tiene razones de peso para pensar que no hay nada que temer en El Salvador, esencialmente porque el FMLN no representa ningún peligro para sus intereses, ni económicos ni geopolíticos, en la región; sino que más bien el ex grupo guerrillero será una garantía de estabilidad.

El gobierno del FMLN ante un nuevo escenario regional
Funes, inspirado en la estabilidad burguesa alcanzada por Brasil en los últimos años de crecimiento económico, dice que es posible alcanzar un modelo semejante, que actúe incluso como un amortiguador de la lucha de clases en la región, que juegue un papel en la integración –burguesa– centroamericana. Pero semejantes aspiraciones se ponen cuesta arriba si analizamos el contexto económico, signado por la peor crisis desde la II Guerra Mundial.
Pero no es sólo por esto. Funes no puede repetir el ejemplo de Lula, en primer lugar por la diferencia estructural entre un pequeño país como El Salvador y Brasil, uno de los dos gigantes latinoamericanos junto a México; y en segundo término porque la combinación de neoliberalismo y asistencialismo de Lula contó con la posibilidad de apoyarse en el PT y la CUT para contener al movimiento obrero.
Funes ha hecho declaraciones claramente conciliadoras con EE.UU., buscando alejarse de Chávez y encolumnándose detrás de Lula. Ha declarado a la publicación estadounidense The Nation que “No podemos repudiar el CAFTA (Tratado de Libre Comercio de Centro América, NdeR) ni revertir la dolarización porque le enviaríamos un mensaje negativo a los inversores extranjeros, y enfrentaríamos serios problemas porque no tendríamos la suficiente inversión para estimular la economía nacional”.
Sin embargo, hay analistas que señalan que esta orientación plantea fricciones al interior del FMLN. Jorge Castañeda, hombre de consulta permanente del Departamento de Estado norteamericano y ex canciller del gobierno de Fox en México, señala que la definición de la “interna” cubana a favor del sector que denomina menos “talibán” (o sea más propicio a un entendimiento con EE.UU.), que encarnaría Raúl Castro, habría dejado sin norte al FMLN: “Sólo que todo esto, el aparato del FMLN en El Salvador o lo ignora o le resulta indiferente. Hoy, a pesar de la aparente modernidad y moderación de Mauricio Funes -el nuevo presidente-, el poder se halla en manos de Sánchez Cerén y de las fuerzas militantes, castristas y chavistas, del FMLN. Los dirigentes históricos, brillantes y modernos, del viejo FMLN -Facundo Guardado, Joaquín Villalobos, Salvador Samayoa, Ana Guadalupe Martínez, Germán Cienfuegos- lo han abandonado, o han sido abandonados por los duros.
Para todos los fines prácticos, la victoria de Funes coloca a su país en la columna de las naciones de extrema izquierda: junto con Cuba, Nicaragua, Ecuador, Bolivia y, por supuesto, Venezuela. La radicalización centroamericana -que incluye las posturas errático demagógicas de Manuel Zelaya en Honduras- se acerca peligrosamente a la frontera mexicana, como si mi país no enfrentara suficientes problemas propios.
La cabeza de playa conquistada por Chávez y Ramiro Abreu en El Salvador no puede más que preocupar a México, a Washington y a muchos más” (El País, 18/3). Con el correr del gobierno veremos si estas contradicciones efectivamente se manifiestan y cuál será el alineamiento concreto del nuevo gobierno salvadoreño en la política latinoamericana, más allá de las intenciones declaradas del presidente electo. Con una gran inestabilidad política mundial y el poco margen para concesiones generado por la crisis internacional, es muy difícil que tengan éxito los intentos de diversas burguesías latinoamericanas por encolumnarse detrás de Brasil para desde ahí negociar con EE.UU. y evitar “salidas extremas” para lidiar con el movimiento de masas, ya sean por derecha (con una entrega completa al imperialismo, como fueron los gobiernos neoliberales de los ’90, o directamente con bonapartismos reaccionarios impuestos sobre la derrota de las masas), o por izquierda (gobiernos con elementos “bonapartistas sui generis de izquierda” como el de Chávez o, más aún, los gobiernos de la entreguerra de los ’30 y los ’40 del siglo XX; o frentepopulistas, como el de Evo Morales).

Los efectos de la crisis capitalista mundial en El Salvador podrían desgastar rápidamente al FMLN
Actualmente, el FMLN en el parlamento no tiene la mayoría absoluta; a nivel de alcaldías –a pesar de tener la mayoría– se enfrenta a la fuerza de ARENA en importantes sectores del país, y a nivel electoral más de un millón de personas no lo ven como su partido. Por eso, partiendo de lo anterior, es de prever que si el FMLN no satisface las ilusiones de esas masas que lo han votado para el gobierno, éstas podrían experimentar un proceso de desilusión y rechazo, que todo parece indicar podría ser dinamizado por la crisis capitalista mundial.
Es que, a diferencia de los gobiernos de “contención” de la lucha de clases que surgieron en Latinoamérica a inicios del nuevo siglo, el FMLN no tendrá la misma “suerte”, y todo esto podría impactar en la conciencia y la actividad del movimiento de masas. Aunque no es algo mecánico, es muy probable que la realidad signada por la catástrofe capitalista tarde o temprano empuje hacia nuevos procesos de lucha de clases de los trabajadores y el pueblo salvadoreño.
En El Salvador, el FMLN con su programa dice que no resolverá las demandas más sentidas por trabajadores y campesinos pobres. El FMLN dice con su programa y su práctica que no luchará siquiera por las más elementales reivindicaciones de liberación nacional respecto a la opresión imperialista. En lo fundamental, todo continuará igual, los capitalistas enriqueciéndose a manos llenas, los trabajadores pagando la crisis, y el sistema capitalista intacto; desde luego si no se desarrollan combates victoriosos de lucha de clases.
Por eso, es necesario construir un gran partido revolucionario de la clase obrera, leninista y de combate, armado de la experiencia histórica y las mejores lecciones de la lucha de clases del siglo pasado y del nuevo que vivimos, que sea capaz de colocar al proletariado como caudillo de la nación arrastrando tras de sí a los campesinos y al pueblo pobre; para luchar por la revolución socialista en El Salvador, Centroamérica, Latinoamérica, y el mundo entero.

lunes, 9 de marzo de 2009

Declaración política frente a las elecciones presidenciales en El Salvador

Por: Liga de la Revolución Socialista

En el marco de la peor crisis capitalista mundial en 80 años, y con un ambiente caracterizado por los despidos masivos de trabajadores en las maquilas, la construcción, la industria; y la caída de las remesas, la inversión extranjera y las exportaciones en un país profundamente dependiente y vulnerable frente a la situación económica internacional; se llevarán a cabo las elecciones presidenciales en El Salvador el 15 de marzo.
Estas elecciones se desarrollan en un contexto en el que el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) se ha convertido virtualmente en la principal fuerza política del país después de su contundente fortalecimiento en las pasadas elecciones de enero de 2009, frente a su principal rival el partido Alianza Republicana Nacionalista (ARENA). Para los revolucionarios de la Liga de la Revolución Socialista (LRS) y la Fracción Trotskista por la Cuarta Internacional (FT-CI) es necesario hoy más que nunca prestarle atención a lo que pueda suceder en uno de los países caracterizados en la década de los ’70 por sus profundos procesos revolucionarios. Hoy más que nunca es urgente el combate contra la burguesía salvadoreña y el imperialismo desde una posición de independencia de clase e internacionalismo proletario, con una ubicación desde un programa socialista y revolucionario, que parta de las demandas más sentidas de los trabajadores y campesinos pobres contra el saqueo imperialista y la expoliación de los grandes empresarios y terratenientes frente a las elecciones en este país, que forje los cimientos de una estrategia revolucionaria sólida que pueda influir en los momentos decisivos que prepara la debacle capitalista, y dirigir a los trabajadores hacia la victoria; lo que solo puede lograrse manteniendo en lo más alto las banderas de la total independencia política y organizativa de la clase trabajadora tanto de las distintas variantes que ofrece la burguesía tradicional más proimperialista, así como de aquellas variantes de recambio que se postulen para seguir administrando el Estado burgués para los capitalistas.

Las ilusiones de “cambio” de las masas salvadoreñas y su apoyo al FMLN
Al mismo tiempo que sigue profundizándose la crisis capitalista mundial, y la economía en todas partes del mundo comienza a penetrar en el campo de la recesión, Centroamérica y El Salvador avanzan en quedarse cada vez con menos márgenes en el plano económico para mantener la estabilidad necesaria para los negocios de los capitalistas. Esta región, que exporta de conjunto más del 50% de lo que produce hacia Estados Unidos y que recibe grandes volúmenes de capital extranjero, se prevé que sea violentamente golpeada por la crisis capitalista internacional que tiene epicentro en el país del norte. En el plano político el desgaste de los partidos tradicionales de la burguesía ha seguido profundizándose, y las opciones de recambio en las altas esferas de la institucionalidad burguesa salvadoreña se potencian como alternativas de gobierno, este es el caso del FMLN.
En un escenario signado por las dificultades excepcionales en Centroamérica, y con décadas de lento pero progresivo debilitamiento de ARENA como partido tradicional de la burguesía en El Salvador, el FMLN ha logrado ganar en enero 96 de 262 municipios, así como ha obtenido 35 diputaciones de 84 posibles en la Asamblea Legislativa. (www.fmln.org/ 1° de febrero de 2009). Estos resultados muestran que no es casualidad que precisamente en medio de la peor crisis que se avecina, haya pegado un salto el debilitamiento de los partidos más importantes de la burguesía, y en este caso particular del partido ARENA, fortaleciéndose a la vez una alternativa que como el FMLN usa la imagen de partido “de cambio”, obrero y “popular” que promete “gobernar para las mayorías”, para ganar así mayor caudal electoral.
De acuerdo con el semanario costarricense El Financiero “Los resultados de las elecciones de alcaldes y diputados del pasado 19 de enero en El Salvador dejaron a la izquierda como la principal fuerza política del país (…)” [
1] (El Financiero N°706. P 28).
Es necesario recordar que luego de los reaccionarios acuerdos de paz firmados entre las burguesías centroamericanas y el imperialismo norteamericano en la década de los ’90 (que tenían como principal objetivo estrangular los procesos revolucionarios vividos en la región desde los años ’70 mediante la vía de la “reacción democrática”), el FMLN evolucionó de ser un grupo guerrillero que reivindicaba la “revolución” y la “liberación nacional”, a ser un aparato electoral que abiertamente se caracterizó por impulsar pequeñas “reformas”. Luego de la firma de los Acuerdos de Paz de Chapultepec en 1992 –que fueron vistos como una “victoria democrática” por parte de la dirección del FMLN-, donde el otrora grupo guerrillero pactó con la burguesía su integración al régimen y a la institucionalidad burguesa, el FMLN experimentó un crecimiento lento pero firme en términos electorales -a pesar de algunas coyunturas cortas de debilitamiento-. Este fortalecimiento desde luego pegó un salto en las pasadas elecciones del 18 de enero, y Mauricio Funes Cartagena, candidato a Presidente por la antigua organización guerrillera se perfila en las encuestas como el posible ganador de las elecciones del próximo 15 de marzo.
En momentos donde el capitalismo atraviesa la peor crisis en décadas, la historia encuentra el FMLN profundamente adaptado y en los marcos de la institucionalidad impuesta y defendida naturalmente por la burguesía. Los tiempos actuales, que reactualizan la época de “crisis guerras y revoluciones”, hacen obligatorio responder a las siguientes preguntas: ¿en esencia qué es el FMLN? ¿Qué tipo de Estado e intereses de clase defiende este partido? Y más importante aún ¿qué política deben impulsar los revolucionarios en medio las elecciones en El Salvador?

FMLN: ¿se podrá gobernar el Estado burgués “para las grandes mayorías” trabajadoras? El programa del FMLN: un programa para preservar el capitalismo salvadoreño
El FMLN nació a finales de los ’70 como consecuencia de la fusión de varias agrupaciones de “izquierda”. Aquella década estuvo marcada por la crisis económica internacional que desde finales de los ’60 había sido el resorte de importantes procesos de lucha de clases, como el “mayo francés” en 1968, el “otoño caliente italiano”, así como otros movimientos importantes en países semicoloniales como el “Cordobazo” en la Argentina apenas en 1969, lo que había marcado todo un período de ascenso revolucionario y lucha populares en América Latina y el mundo.
El FMLN pasó de ser un grupo guerrillero que reivindicaba formalmente “la revolución” Centroamericana, a ser un aparato electoral que redujo su lucha por reformas en el marco del capitalismo. Semejante derrotero del FMLN -que comenzó con la negociación de los “acuerdos de paz” y su posterior incorporación al régimen burgués-, es la consecuencia natural del fracaso de su estrategia guerrillera, como también lo demuestra con sus peculiaridades el FSLN en Nicaragua, donde terminó derrotado el proceso revolucionario nicaragüense y el FSLN totalmente adaptado al Estado burgués.
Esta involución del FMLN de “grupo guerrillero” a partido electoral, se refleja muy claramente en su programa político, que de alguna manera es la conclusión lógica de este proceso de transformación del FMLN en un pilar más del sistema capitalista salvadoreño. Veamos el programa.
El documento programático del FMLN, a pesar de hablar en el lenguaje de la “profundización de la democracia”, de la “democracia participativa”, de la igualdad y la distribución de riqueza, así como infinidad de flores y adornos más; no habla de lo fundamental: de la propiedad de los medios masivos de producción. Mientras para la dirección del FMLN la tenebrosa situación social y económica de atraso de El Salvador se debe “Al fracaso de las políticas neoliberales”, y a una “carga fiscal” “baja e injusta” para los ricos salvadoreños; lo que queda al descubierto con la crisis económica mundial es que no se trata únicamente del neoliberalismo, sino del conjunto del capitalismo como sistema. El FMLN da a entender que con un Estado Social de Derecho (¡burgués!), de defensa de la propiedad privada, y de continuidad del capitalismo, pero con buenos y pulcros administradores; es posible alcanzar la igualdad y la justicia.
Para quienes puedan tener una duda del tipo de Estado que defiende el FMLN y el tipo de propiedad que pretende preservar, basta con leer bien su plataforma programática. Según la dirección del FMLN una de las principales tareas de su gobierno será “la creación y mantenimiento de un clima de negocios favorable para la empresa privada de todos los tamaños” [
2] Y continúan diciendo que “La nueva política garantizará un manejo macroeconómico responsable y sostenible que contribuya a la generación de un ambiente económico y social predecible y ordenado.” A pesar de los adornos y la intención embellecedora de los dirigentes “izquierdistas”, cualquier persona mínimamente apegada a la realidad sabe que no se puede “crear”, y mucho menos aún “mantener” un clima de negocios “favorable”, es decir, libre de huelgas, paros y acciones obreras de lucha; si no es defendiendo ferozmente a los capitalistas, y sobretodo amputando cualquier iniciativa independiente de los trabajadores para defender sus derechos. Esta es la única forma de mantener un “ambiente económico y social predecible y ordenado” [3], sobre la base de la explotación de la fuerza de trabajo ajena.
Es claro que el FMLN, con tal de garantizar su permanencia inamovible en las principales instituciones del Estado burgués, no luchará por expropiar a los sectores industriales actualmente en manos de grandes patronales transnacionales (especialmente en el sector textil), o de atacar la propiedad de los grandes terratenientes o banqueros; sino que su acción estará dirigida ante todo al aseguramiento de un clima “predecible y ordenado”. En momentos donde los despidos en las maquilas, la construcción y la industria de conjunto se cuentan por decenas de miles; al FMLN más que garantizar el pan, el trabajo y una existencia digna para todos los trabajadores y el pueblo pobre, le preocupa más el clima para los negocios que puedan tener los capitalistas salvadoreños y extranjeros.
Pero la estabilidad y el clima “ordenado” que necesitan el FMLN y los capitalistas, no se podrá garantizar únicamente por medio de los deseos, hace falta el cemento moral de la “unidad” y la “reconciliación nacional”, de manera que los trabajadores sean contenidos en los marcos de la institucionalidad burguesa y el “Estado Social de Derecho”. En este plano, el programa de gobierno avanza más cuando dice que su acción se va a encuadrar en “Democratizar el gobierno y demás instituciones del Estado, así como del conjunto de relaciones sociales y de poder en El Salvador” [
4].
A diferencia de los planteos de los revolucionarios más prominentes del siglo XX, que planteaban la necesidad de destruir el Estado burgués, y construir un nuevo Estado –que se fuera extinguiendo paulatinamente- sobre la base de nuevas instituciones, el FMLN propone hacerle algunos parches al podrido régimen salvadoreño para hacerlo “más democrático” y “social”.
Y hay algunos elementos que el movimiento obrero y de masas salvadoreño deben prestarle mucha atención, especialmente a lo que tiene que ver con el fortalecimiento de las instituciones represivas. En su afán de mantener artificialmente la “estabilidad” y el “orden” en una etapa histórica donde lo que parece predominar a nivel mundial son las convulsiones, el FMLN plantea que para consolidar la “promoción de la convivencia social” es necesaria la “participación social”, y especialmente con el “fortalecimiento técnico, administrativo y humano de la Policía Nacional Civil”. (Prog. P. 86). Ante la carencia de bases económicas aceptables y sostenibles para garantizar el equilibrio del régimen burgués en tiempos de crisis, el FMLN deja ver que se prepara para sofocar las contradicciones de clase cuando tenga que hacerlo recurriendo a la policía nacional “civil”. Al parecer en estos dos pasajes el FMLN se propone abiertamente como una fuerza para preservar el capitalismo. A la burguesía en los actuales momentos, definidos por las complicaciones en todos los terrenos, se le dificulta enormemente contener el descontento de masas, en un país que como El Salvador, ya fue protagónico en los ’70 por la acción radicalizada de los trabajadores y los campesinos.
Como señalábamos en el reciente número de la Estrategia Internacional N°25 de la FT-CI: “La burguesía salvadoreña puede optar, ante el descontento de miles de trabajadores, por un recambio en las principales instituciones burguesas como la presidencia, colocando a algún personaje del FMLN [como Mauricio Funes] –completamente integrado al régimen burgués- como administrador de los negocios de los capitalistas” [
5]. Esas notas, finalizaban planteando que “Aunque en la región puedan venir recambios en las instituciones burguesas al estilo de los que se dieron como vía de contención en los primeros años del siglo [XXI], los nuevos administradores de los Estados capitalistas no podrán garantizar ni el pan ni el trabajo” [6]. Esto lo decíamos porque en una época como la actual, donde queda al desnudo el rol reaccionario de la propiedad privada y la ruina de miles de trabajadores que quedan sin trabajo por los despidos que no tienen otra finalidad que proteger las ganancias de los patrones; no se puede resolver ni una sola de las principales demandas históricas de las masas trabajadoras, sino es atacando precisamente la propiedad privada.
Está probado hasta el cansancio que las fórmulas de capitalismo con “rostro humano”, y con rostro “social” no son más que utopías. En países como Venezuela, donde Hugo Chávez promociona el “socialismo del siglo XXI”… con empresarios una buena parte de los trabajadores continúan en la informalidad, y a pesar de los altísimos precios que alcanzó el petróleo en los últimos años existen graves problemas de vivienda y pobreza en el país de la 5° reserva mundial de petróleo; precisamente porque la propiedad de los medios de producción sigue estando bajo la tutela de unos cuantos parásitos, que se han mantenido o han nacido bajo el paraguas del “socialismo con empresarios” de Chávez. Aunque el programa del FMLN no menciona aspiración alguna de construir el socialismo, tal como lo hace Chávez de palabra; ponemos el caso de Venezuela como un ejemplo de que las masas trabajadoras del pueblo no pueden lograr resolver sus problemas mediante la preservación de la propiedad privada.
En Bolivia, la tierra en donde García Linera plantea un “capitalismo andino”, tampoco la defensa a muerte de la propiedad privada ha servido para liberar a este país de la miseria y la pobreza. Por eso no creemos que la misma fórmula utópica y de tinte populista vaya a funcionar en un país que como El Salvador, ni siquiera tiene las reservas petroleras o gasíferas de países como Venezuela y Bolivia respectivamente, que de alguna manera podrían ser utilizadas como base de contención, así como para dar algunas concesiones a las masas.
El programa de gobierno de “la principal fuerza política” actual de El Salvador se acerca a un programa socialdemócrata, y hay que decirlo abiertamente: no tiene un solo rasgo revolucionario.
Con algunos años de retardo, El Salvador podría estar a las puertas de un gobierno de contención claramente “preventivo”, apoyado en las instituciones naturales de la burguesía y en las organizaciones sociales y sindicales del pueblo que puedan respaldar al FMLN y a su dirección “popular”, de manera que se puedan neutralizar, al menos en parte; las tendencias más radicalizadas de las masas trabajadoras salvadoreñas en medio de la crisis capitalista mundial.
Es por todo esto que los revolucionarios no creemos que votar al FMLN sea una opción para los trabajadores, ya que el capitalismo salvadoreño únicamente permanecerá intacto con un gobierno del partido de Mauricio Funes. En ese sentido creemos que es un error reducir la lucha a desplazar del gobierno a una variante de proyecto capitalista simplemente por otra; sin más perspectiva estratégica, ya que precisamente el propio FMLN podría ser una de las cartas del capitalismo salvadoreño, y que pueda jugar un rol de contención frente a las masas ante un escenario internacional que promete ser turbulento.
Aunque millones de trabajadores y vastos sectores del pueblo salvadoreño se inclinen por un gobierno del FMLN, desde la FT-CI y la LRS nuestra obligación es alertar que un gobierno que se incline a preservar el capitalismo no podrá resolver los grandes problemas históricos de las masas. Ni la liberación nacional frente al imperialismo norteamericano (amo y señor de buena parte de la economía y la política nacionales), ni la liberación de los trabajadores frente a sus patrones será posible con el programa de reformas del partido de Mauricio Funes.
Por eso la perspectiva no debe ser esperar cambios evolutivos en los personales administrativos de las instituciones burguesas, sino que la perspectiva debe ser la de preparar consciente y pacientemente la revolución socialista, que una a obreros, campesinos y pueblo pobre en un solo movimiento; unificado a través de órganos democráticos de masas –de tipo soviético- en donde los trabajadores puedan ejercer directamente el poder, diluyendo a las parasitarias instituciones burguesas salvadoreñas que como la Asamblea Legislativa o la Presidencia, han servido únicamente para aprobar los planes del imperialismo.

Frente a las distintas variantes de gobierno capitalista: La principal tarea de los revolucionarios es defender la independencia de clase. Una discusión necesaria con el “trotskismo” centroamericano.
Antes del desarrollo de grandes convulsiones o combates en la palestra centroamericana, las elecciones salvadoreñas han sido de alguna manera un examen de prueba para estrategias y principios; y evidentemente algunos grupos y corrientes reprobaron.
Quienes llaman a votar a favor del FMLN, apoyándose en la realidad indiscutible de que este partido se ha convertido en una “alternativa real de gobierno”, así como en que existen enormes ilusiones provenientes de las masas desposeídas; cometen un error al llamar a votar por un partido que se ha adaptado completamente a la institucionalidad burguesa y que gobernará el Estado para los capitalistas. Hay al menos tres agrupamientos, o “corrientes internacionales” que se han alineado con la desastrosa posición del llamado a votar por el FMLN, este es el caso de la Liga Internacional de los Trabajadores (LIT), el Socialista Centroamericano (SOCA), y la corriente política el Militante (CMI), que valga decir, es la que ha llegado más lejos en sus capitulaciones.
Aunque los compañeros del Movimiento Socialista de Trabajadores y Campesinos (MSTC) –sección “oficial” de la LIT- en El Salvador alertan correctamente que “las señales provenientes del FMLN hacen pensar que los anhelados cambios, más urgentes cuanto más se agravan los efectos de la crisis capitalista a nivel mundial, probablemente no se realizarán”, y que “Las posiciones expuestas ante temas claves para el nivel de vida de las masas, tales como la dolarización, el papel del estado ante la gran empresa privada, los tratados de libre comercio –especialmente el CAFTA- y sobre todo la deuda externa, apuntan a que en los aspectos principales de la economía, las políticas de un gobierno del FMLN no diferirían mucho de las de ARENA…” [
7], los compañeros acaban su Declaración señalando ambiguamente que “las masas tienen el derecho legítimo de luchar por sacar a ARENA del gobierno, ya que esto significaría una dura derrota al proyecto que la burguesía nacional y el imperialismo estadounidense han venido desarrollando impunemente durante ya dos décadas” [8]. Es decir, en la lógica etapista del MSTC lo que importa es únicamente sustituir a un gobierno capitalista por otro, más allá de que el FMLN prometa defender “el Estado” burgués y el conjunto de la propiedad y la “iniciativa privada” para garantizarle el “orden” y un ambiente “previsible” a los negocios de los capitalistas. Los revolucionarios debemos ser muy tajantes: aunque acompañamos a las masas en todo momento, tenemos nuestro derecho a estar en minoría y a diferir de lo que consideramos contrario a la liberación de los trabajadores, por eso, toda política seria que se apoye sobre una estrategia socialista y revolucionaria, impone como primer paso mantener la total independencia política y organizativa de las distintas variantes de proyecto capitalista, y no darle ningún tipo de apoyo al FMLN. El MSTC inocentemente dice que las masas “tienen derecho legítimo de luchar por sacar a ARENA del gobierno” –en lo que estamos totalmente de acuerdo-, pero no dicen que no se puede expulsar a los capitalistas del poder por medio de la vía electoral, colocándose más bien a la retaguardia de las masas salvadoreñas, que con sus ilusiones y deseos de vivir mejor, ahora ven en el FMLN una alternativa para cambiar sus existencias. Gran favor le hace el MSTC a la revolución socialista: en vez de ayudar a las masas a superar sus ilusiones y avanzar hacia una conciencia socialista, se coloca a la retaguardia de estas, posiblemente dejando para otra “etapa” -indefinida en el tiempo- la lucha por el socialismo. Los compañeros del Partido Revolucionario de los Trabajadores salvadoreño (PRT, “sección” simpatizante de la LIT), en conjunto con otros tres grupos del istmo, aunque no en el mismo tono ambiguo del MSTC han dicho: “¡llamamos al voto crítico a favor del FMLN!”, y en una lógica frente populista fascinante plantean la fórmula de un “gobierno del FMLN que incluya las organizaciones obreras, campesinas y populares, sin la participación de burgueses” [9]. Este posicionamiento, aunque se escuda en que es “crítico” -lo que poco le importa a los sectores de masas salvadoreñas para superar sus ilusiones en el FMLN-, es una completa capitulación al FMLN como pilar fundamental del régimen burgués de este país. En realidad el voto crítico al FMLN es un voto “crítico” a favor de la continuidad del capitalismo, ya que este sistema es el que defenderá el partido de Funes, buscando neutralizar las tendencias más radicalizadas de los trabajadores y el pueblo.
En esta trágica lista de posiciones políticas tiene un lugar especial el Bloque Popular Juvenil (BPJ), “voz marxista” del FMLN y sección salvadoreña de la corriente internacional El Militante (CMI). Estos caballeros, acostumbrados ya a capitular frente a toda nueva moda reformista que pueda surgir, avanzan aún más lejos que el PRT y el MSTC (aunque parezca difícil!), y además de llamar a votar por el FMLN declaran luchar “Por un FMLN auténticamente socialista y revolucionario” [
10]. Es decir, una política para el delirio: mientras llaman a los trabajadores a votar por la continuidad de los gobiernos capitalistas, le hacen creer a las masas trabajadoras y del pueblo pobre salvadoreño que el FMLN es “su” partido, y todavía peor que se puede reformar. Entendemos que los compañeros de Militante en los últimos años, superlativizando la táctica del entrismo tranformándola en estrategia permanente de construcción partidaria (¡que por lo demás no le ha servido para nada!); han llegado a capitular a una decena de direcciones burocráticas y pequeño burguesas a nivel internacional, pero extremos como el de su “táctica” entrista al PRD mexicano, al PSUV de Chávez, o al FMLN; direcciones abiertamente burguesas en unos casos, o en otros –como el FMLN- en su fase de cristalización como partido burgués, sí constituye un caso escandaloso. Ser revolucionario no es nada fácil, exige saber estar en minoría y saber estar también en la oposición; especialmente cuando los trabajadores aún no han asimilado nuestro programa y nuestra estrategia, precisamente por eso, el partido revolucionario no se construye de la noche a la mañana o tomando caminos cortos, que de manera artificial y antidialéctica nos lleven a construir un partido revolucionario.
El hecho de que sean pequeños grupos sin menor influencia sobre las principales tendencias de la realidad, no justifica los “atajos” para la construcción política que vienen tomando los compañeros de la LIT, el SOCA o la CMI. Están equivocados los compañeros en su lógica de que “la tarea más importante, por el momento” [
11] es sacar a ARENA del Estado burgués para continuar con otro gobierno ajeno a los intereses de los trabajadores: esta forma de plantear la política se acerca más a la teoría de la “revolución democrática” de Nahuel Moreno, que a la estrategia de revolución proletaria de León Trotsky. Los revolucionarios de la FT, creemos que hay que expulsar a ARENA del gobierno y del Estado, pero con una estrategia de independencia política frente al proyecto de capitalismo con rostro humano del FMLN.
Como explicamos arriba, en Venezuela Hugo Chávez (¡en 10 años, y con los últimos años de altísimos precios del petróleo!) no ha terminado con la pobreza y la precarización laboral. Peor aún, se ha llegado al extremo de reprimir ferozmente a los obreros que luchan contra la tercerización y los despidos, como acaba de ocurrir en la planta de la multinacional Mitsubishi, ¡donde murieron dos obreros ante un intento de desalojo policial ordenado por el gobernador chavista! Las “nacionalizaciones”, han sido en realidad reordenamientos de contratos Estado/capital privado-; en Brasil Lula sigue gobernando para los capitalistas, y más bien ha privatizado todo lo que no pudo privatizar Fernando Enrique Cardoso durante el gobierno de “derecha” anterior (¡hasta el Amazonas!); en Bolivia la “Agenda de Octubre” sigue sin ser satisfecha; y en Nicaragua, donde gobierna el FSLN de Ortega sigue vigente el TLC con los Estados Unidos (votado por el mismo FSLN en el Parlamento) y todos los pactos de pillaje logrados con los distintos imperialismos, la propiedad capitalista sigue intacta, y Ortega sigue en consecuencia garantizando la explotación de la burguesía sobre los trabajadores, siendo este partido (FSLN) un pilar fundamental para la preservación del capitalismo nicaraguense.
Llamamos a los compañeros de la LIT y el SOCA a reflexionar, ya que en Venezuela y otras partes de Latinoamérica donde existen gobiernos “progresistas” y “antineoliberales” ni los trabajadores ni los campesinos pobres han visto resolverse una sola de sus demandas históricas fundamentales. Los compañeros de estas organizaciones, de mantener estas posiciones, le harían un pobre favor a la clase trabajadora, y quedan atados de pies y manos cuando después de haber llamado a votar –aunque sea “críticamente”- por la continuidad del capitalismo; el FMLN en unidad con ARENA y los distintos partidos burgueses ataquen a los trabajadores, permitiendo los despidos y los recortes salariales en las maquilas, en la industria, la construcción, y todas aquellas empresas que siguen estando bajo el poder de la “iniciativa privada”.
Llamamos a los compañeros del MSTC, con los que coincidimos en su valoración del programa del FMLN, así como con su caracterización de que este partido no resolverá nada; a tomar una posición consecuente frente a los distintos proyectos de gobierno capitalista. Hacemos extensivo este llamado a los demás grupos.

Por un programa de revolución obrera y socialista
Un programa para la liberación de las amplias masas obreras y populares de El Salvador, partiendo de la total independencia tanto de ARENA, el conjunto de partidos burgueses, así como del proyecto de continuidad capitalista del FMLN; debe partir de la expropiación sin pago de toda empresa que cierre o despida trabajadores, especialmente en la coyuntura actual donde los patrones, para cuidar “sus” ganancias y fortunas, cierran fábricas y establecimientos, dejando en la ruina a millones de trabajadores. Aunado a lo anterior proponemos el control obrero sobre la producción y la distribución. Además, es urgente nacionalizar el comercio exterior, y que las riquezas generadas por los trabajadores no sean extraídas por los grandes monopolios transnacionales, sino que deben servir íntegramente para solucionar los problemas de los trabajadores: vivienda, educación, salud, y otros. Así mismo, la banca debe ser nacionalizada y puesta en su totalidad bajo control directo de los trabajadores y el pueblo pobre, de manera que los capitales públicos y el crédito sirvan efectivamente para quienes producen la riqueza; y no para unos cuantos parásitos patronales que solo buscan beneficiarse con los créditos del Estado para incrementar sus ganancias. Creemos también que debe llevarse a cabo una profunda “revolución agraria” para liquidar el latifundio y acabar con los grandes terratenientes. Es insostenible que mientras existan millones de personas que no tienen terrenos siquiera para pensar en construir una vivienda, existan monopolios agroindustriales y terratenientes que concentren en su poder miles de hectáreas cultivables o aprovechables. Es necesaria la nacionalización y posterior colectivización de la tierra, que sirva para satisfacer las necesidades de alimentos de los salvadoreños, y no las ganancias de los pulpos agrarios. Para todo lo anterior, es imperante la más sólida unidad entre los obreros y los campesinos pobres.
Desde la FT-CI impulsamos la ruptura de los todos pactos con los distintos imperialismos (tanto europeos como con Estados Unidos), así como el no pago de la deuda externa. En este plano, es necesario tirar abajo el TLC con Estados Unidos y romper la negociación del TLC con la Unión Europea, para acabar con el saqueo y la explotación brutal a la que es sometido el pueblo salvadoreño a manos de los bandidos imperialistas.
Otro aspecto clave, es que El Salvador debe abandonar las aventuras del imperialismo norteamericano que -en calidad de lacayo- ha acompañado en los últimos años, como por ejemplo la guerra en Irak, donde el país centroamericano tiene instaladas tropas de su ejército. Es urgente la salida de las tropas salvadoreñas de Irak.
Proclamamos que es necesario que los trabajadores se organicen de manera independiente de todos los partidos que defienden el capitalismo, mediante comités de fábrica y de huelga que sirvan para luchar por una escala móvil de horas de trabajo y repartir la producción entre todas las manos disponibles, y así como combatir el desempleo y la ruina generada por los capitalistas. Proclamamos la necesidad de organismos de democracia obrera de masas, como consejos o juntas donde los trabajadores de las distintas ocupaciones, fábricas y establecimientos puedan organizarse y constituir sus propias instituciones de poder. A la vez que creemos necesaria la disolución de la policía nacional y el Ejército, hacemos un llamado a los trabajadores y a los campesinos pobres a prepararse para garantizar su “autodefensa” frente a los posibles ataques de los patrones en las grandes maquilas, en las fábricas y el campo; para conquistar con nuestras propias manos el control sobre los grandes medios de producción, las tierras, los bancos, y todo lo que existe, por que el mundo es nuestro; no de los capitalistas. Proclamamos la necesidad de construir los Estados Unidos Socialistas de Centroamérica, para ponerlos de inmediato al servicio de la lucha por los Estados Unidos Obreros y Socialistas de Latinoamérica.
Llamamos a todas las organizaciones obreras y socialistas centroamericanas, a luchar por este programa y esta estrategia. Si en los últimos 30 años solo sufrimos retroceso, hoy parecieran abrirse –al calor de la peor crisis capitalista desde el ’29- las puertas de par en par para nuevos y profundos procesos revolucionarios. Solo un programa y una estrategia clara y consecuente, podrá llevar a los trabajadores a la victoria; y no a las profundas derrotas que condujeron los reformistas y burócratas de todo tipoen el siglo pasado.
Por todo lo dicho anteriormente, y como primer paso para formar un potente polo de independencia de clase y estrategia revolucionaria; llamamos a los trabajadores, a los campesinos y al pueblo pobre, al voto nulo o la abstención; ya que ni el FMLN ni mucho menos la podrida derecha proimperialista de ARENA gobernarán para nosotros los trabajadores. Llamamos a luchar por una estrategia y un programa revolucionario, que tenga como norte la unificación centroamericana bajo los Estados Unidos Socialistas de Centroamérica en el marco de la revolución Latinoamericana y los Estados Unidos Obreros y Socialistas de Latinoamérica; para poner a estos Estados a su vez, al servicio de las tareas de la revolución proletaria mundial que abra el paso a la construcción del socialismo.

Liga de la Revolución Socialista de Costa Rica, integrante de la Fracción Trotskista Cuarta Internacional
26 de febrero de 2009

[1] Daniel González. “Derecha se congrega en torno a candidato Arena”. El Financiero N°706. 16-22 de febrero de 2009. P, 28.
[
2] “Cambio en El Salvador para vivir mejor. Programa de gobierno 2009-2014.” Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional. 2009. P, 42.
[
3] Íbidem.
[
4] Íbidem. P, 80.
[
5] Mediante esta óptica puede entenderse como algunos partidos burgueses como el Partido Socialdemócrata (PSD) se inclinen por un gobierno del FMLN, así como el hecho de la crisis y división interna a la que se vienen enfrentando otros partidos minoritarios tanto en su base como en su dirección en torno al apoyo o no al Frente. Ver “Centroamérica frente a una crisis histórica.” En Estrategia Internacional N°25. Fracción Trotskista por la Cuarta Internacional (FT-CI). Diciembre de 2008/ enero de 2009. P, 282. Como cita la prensa salvadoreña “Los partidos tales como el Partido Demócrata Cristiano (PDC), el Partido de Conciliación Nacional (PCN), Cambio Democrático (CD) y el Frente Democrático Revolucionario (FDR), han sufrido tanto en sus bases como en sus directorios nacionales una seria de encontronazos debido a la decisión de ver a quién le ofrecen sus apoyos políticos” (La Prensa Gráfica, 19/2/2009). Mientras algunos partidos burgueses minoritarios abiertamente apoyan a Funes por su programa de continuidad capitalista, otros también es cierto que sufren crisis importantes frente a la polarización entre ARENA Y FMLN.
[
6] Íbidem. P, 288.
[
7] Movimiento Socialista de Trabajadores y Campesinos. “Una política revolucionaria ante las elecciones de 2009”. Lucha Socialista N°7. Tomado de la página del MAS costarricense. www.mascostarica.org
[
8] Íbidem.
[
9] “El Salvador: llamamos al voto crítico a favor del FMLN. Declaración de los Socialistas Centroamericanos sobre las elecciones en El Salvador." Partido Revolucionario de los Trabajadores. El Socialista Centroamericano (SOCA). Viernes 9 de enero de 2009. www.soca.org
[
10] “¿Qué FMLN necesita la clase trabajadora”. Bloque Popular Juvenil (BPJ). Corriente Marxista Internacional. Tomado de www.bloquepopularjuvenil.org
[
11] Carta del Socialista Centroamericano a la LRS. 31 de enero de 2009.